La mañana del viernes 23 de agosto lucía soleada. Un ligero viento conmovía los árboles de diversas especies que circundan el Campus para la Cultura, las Artes y el Deporte, donde se encuentra la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información, en cuyo gimnasio se desarrollaría el cuarto y último informe de labores del rector actual. Tras las rejas de acceso un grupo de jóvenes extraía de sus mochilas impresos, se embozaban con paliacates. Poco antes de las 11: 15 Raúl Arias Lovillo intentó ingresar al conjunto propiedad de la Universidad Veracruzana. Jóvenes con diversas máscaras, desde héroes de la lucha libre, tal el Místico hasta mojigangas de Arias Lovillo y Sarukhán, se lo impidieron anudando gruesos eslabones en torno a las verjas, mientras otros esgrimían pancartas con lemas proclamando al rector corrupto, al proceso de elección de ilegal y a José Sarukhán, ilegítimo. En la mejor tradición de otras manifestaciones contra la represión y exigencia de derechos, como las memorables de los Cuatrocientos Pueblos, los enmascarados con gritos y pitidos provocados por ocarinas de fiesta impedían el diálogo a que el rector y Guillermo Villar, destacado intelectual veracruzano, actual asesor del secretario académico, invitaban a los conjurados. Y para que el carácter universitario fuera más coherente tomaban de unas cajas abiertas volúmenes de la Biblioteca del Universitario, editada por la UV. Uno de ellos incluso ostentaba el Ulises criollo de José Vasconcelos, aleccionado acaso por el lema de la UNAM. Otro incitó a Villar a ponerse a leer antes de hablar lo que provocó la respuesta airada del escritor y editor. Ni la presencia del gran impulsor de la editorial de la UV en tiempos recientes, Sergio Pitol, provocó excepción en tan lectores voraces.
Ante la negativa de los manifestantes anónimos para liberar el bloqueo, el rector decidió trasladar su informe a la cercana facultad de contaduría. El cambio no alteró los planes o lineamientos de los enmascarados, quienes se aposentaron impidiendo la salida de los presentes en la USBI, entre ellos académicos, políticos y estudiantes. Sara Ladrón de Guevara y Leticia Rodríguez Audirac, candidatas a la rectoría, y el ex rector Emilio Gidi Villarreal, entre otros, se encontraban dentro de las instalaciones. Se propaló incluso que los manifestantes estaban armados por lo que muchos de los secuestrados prefirieron pertrecharse dentro de la biblioteca.
Los enmascarados, quienes se denominaron estudiantes de la UV de las diversas facultades y de las cinco regiones, sin que en ningún momento corroborarán su identidad indicando qué semestre y qué carrera cursaban o el atisbo siquiera de una cédula que los acreditara como estudiantes, entregaron un pliego petitorio en el que pedían cumplimiento de cinco puntos:
Retirar de la Junta de Gobierno a José Sarukhán; reiniciar el proceso de elección del rector; auditar los últimos 10 años de la UV; intervención del CNDH.
Apenas una semana atrás, el viernes 16 de agosto, se emitió la resolución de la Junta de Gobierno de la UV de depurar la lista de candidatos a la rectoría a cinco. Provocó sorpresa conocer la lista final que no incluía al doctor Víctor Arredondo Álvarez. Como lo denunció a través de su cuenta de Twitter el periodista Luis Velázquez, la eliminación de Arredondo no fue bien vista y de inmediato comenzaron a despotricar contra José Sarukhán. Ese tuit es del 17 de agosto.
El mensaje de los inconformes concluye con una advertencia: de no cumplir con estas exigencias y ser electo Porfirio Carrillo la universidad será tomada y será ingobernable.
El rector que quiso ser rey
Víctor Arredondo se inscribió como candidato a rector el último día del plazo; el 9 de julio. De inmediato los diarios más conocidos –leídos, quién sabe, resaltaron el hecho anunciando la aparición salvadora que regresaría a la Universidad Veracruzana a los primeros planos: “Víctor Arredondo Álvarez, el indicado para ser rector de la U.V.” (El Dictamen, 12 de agosto de 2013); “Lo mejor para la UV” (columna Apuntes de Manuel Rosete Chávez, varios periódicos y portales informativos), “UV será de las mejores del país” (Marcha, 10 de julio de 2013), “Inminente arribo de Víctor Arredondo a la UV” (Imagen de Veracruz). Los columnistas políticos más conocidos, populares entre la flota que ampara y vela por sus negocios, emitieron su sentencia y decidieron que Víctor Arredondo era, de calle, el mejor candidato. Políticos en el retiro, como el ex rector Rafael Hernández Villalpando, expresó su respaldo y señaló las buenas relaciones de Arredondo con la empresa, con la industria, los intelectuales y los periodistas. Incluso venerables glorias de la universidad, como Rafael Velasco Fernández, de quien siempre se ha dicho es el protector de Arredondo, rompió lanzas.
El propio Arredondo presumía esta percepción. A Diario de Xalapa dijo sin ambages: “Sin falsas modestias tengo las herramientas, las relaciones y la experiencia mostrada para poner a la Universidad Veracruzana en la vanguardia nacional de la innovación universitaria.”
La respuesta fue el corolario de otras certezas que Arredondo vertió en dicha entrevista. Por ejemplo, tener “una percepción muy clara sobre el futuro posible de la universidad y la certidumbre de que cuento con el repertorio profesional para promover colectivamente su transformación.”
Cuestionado por el reportero si no veía esas capacidades en el resto de los aspirantes, Arredondo sentenció que veía aspirantes que habían “ destacado en diversas áreas del conocimiento disciplinario, que conocen algún segmento de la Universidad Veracruzana y que algunos cuentan con cierta experiencia universitaria nacional y con participaciones académicas en el extranjero.” Chequen chamacos los términos que resalto: “han destacado en áreas de conocimiento disciplinario”, “algún segmento”, “algunos cuentan con cierta experiencia”. Tras evaluar con calificaciones discretas (conocen algún, cuentan con cierta experiencia) expuso sus credenciales:
”Yo hice mis estudios de licenciatura en educación, mi maestría y doctorado en universidades de Estados Unidos que eran líderes, en su momento, en temas de innovación universitaria; me formé en el campo profesional de la educación superior en la mejor escuela de México en la materia: la Asociación Nacional de Universidades (ANUIES), donde participé en la investigación y formulación de políticas educativas nacionales; impartí docencia de posgrado en planeación universitaria en la mejor universidad del país, la UNAM; tuve la fortuna de emprender proyectos innovadores, a escala nacional e internacional, en el gobierno federal y he representado al gobierno mexicano y coordinado diversos grupos internacionales expertos en colaboración universitaria de corte intersectorial.”
Ferrari compitiendo contra vochitos, Arredondo aseguró confiar en la Junta de Gobierno de la UV, en su honorabilidad, en el criterio, que afortunadamente –son sus palabras–, evaluaba la meritocracia y no atendía un concepto obsoleto de democracia. Seguro de contar con la rectoría ya que poseía las mejores credenciales y por fortuna en la elección no regían criterios democráticos sino otros delatando su desprecio por la democracia.
“A diferencia de los procesos de elección democrática, donde por cierto muy pocas universidades cuentan con el obsoleto e ineficaz mecanismo del voto universal, aquí se aplica el criterio de la meritocracia en el que, de manera colegiada, se selecciona al más capaz para la función de rector.”
Sí he sesgado mediante itálicas una frase, el obsoleto e ineficaz mecanismo del voto universal, es porque considero refleja la ideología y la vocación política de Arredondo. Incluso había ya mostrado el aprecio en que tenía a la comunidad universitaria: “sabemos que la opinión de la comunidad universitaria es un referente importante, pero, los criterios de designación están bien definidos en el reglamento de la Junta de Gobierno.”
El soberbio ex rector, despreciaba la democracia, a la comunidad universitaria y preveía ya el resultado: no había quien pudiera disputarle la rectoría ni se acercara a sus credenciales. Lo que Arredondo no esperaba es que esa Junta de Gobierno a la que tantos elogios dedicó pudiera descartarlo de la terna, que fue quinteta, final.
El error de Arredondo fue soslayar el peso de la comunidad universitaria. Y dentro de la decisión de la Junta de Gobierno influyó justamente la percepción de la comunidad universitaria, de las regiones universitarias, con respecto a la reelección por segunda vez del ex rector.
Siendo candidato Arredondo cortejaba a la Junta de Gobierno con adjetivos de elogio asegurando que confiaba en la legalidad del proceso. Una vez rechazada su candidatura se promovió una campaña, bien coordinada en varios medios de Veracruz, denunciando la ilegalidad de José Sarukhán como miembro de la Junta de Gobierno. Y ello porque Arredondo sabe, sabía desde el principio, que su principal opositor era el ex rector de la UNAM quien siempre rechazó esa tentación que es el mal de los políticos contemporáneos: la reelección, la renuencia a dejar el poder.
En aquellos noventa, cuando el doctor en sicología su ufanaba de su currículum efectuado en universidades norteamericanas, promovió iniciativas destinadas a situar a la universidad en el centro de los reflectores mediáticos. Añadió a la modesta Feria del Libro Universitario de Xalapa el adjetivo “internacional”, sin que ello implicara inversión para convertir el adjetivo en una descripción. Asimismo instauró homenajes a figuras relevantes del arte y el pensamiento; un acierto. Uno de esos homenajes tuvo como figura central a José Sarukhán (2002). Eran sus formas de agradecer a quien lo había apoyado. Porque Arredondo asumió la rectoría impuesto a Patricio Chirinos Calero, recomendado por Ernesto Zedillo, arropado por el prestigio de instituciones como la ANUIES –y siendo rector pagó el favor al director general de esta asociación, con ínfulas de poeta, editándole Verano que no termina–, y con la venia de importantes figuras de la cátedra y el sistema burocrático de investigación. Desde entonces José Sarukhán era integrante de Conabio, como reza la página oficial del organismo (http://www.conabio.gob.mx/web/conocenos/quienes_somos.html): “La Conabio desempeña sus funciones mediante un grupo operativo que desde su creación ha estado encabezado por el doctor José Sarukhán Kermez como Coordinador Nacional”.
El episodio ilustra cómo la soberbia ciega a las personas. Hay aquí una lección. El candidato llamaría al viejo científico, que también es un viejo político, y le pediría su voto recordándole el homenaje. Para un notable, el llamado de una persona a la que él considera inferior implica un insulto, equivalente a recibir palmadas en la espalda. Seguramente una llamada provocó la caída del ex rector.
Hoy los medios interesados en la sucesión reclaman igualdad de oportunidades y revelan que José Sarukhán está imposibilitado para pertenecer a la Junta de Gobierno. Medios y estudiantes sin identificar reclaman la salida del autor de Las sirenas de Darwin de la junta y piden se elimine la candidatura de Porfirio Carrillo. Peticiones que delatan claramente de dónde proceden los ataques.
Esta semana será difícil. La eliminación de Arredondo afectó muchos intereses, no sólo los suyos, sino los de políticos tan importantes como Adolfo Mota, Erick Lagos y varios más, además de los propios de los dueños de medios, de Veracruz y de México. La política universitaria entraña una pegajosa madeja donde los intereses de periodistas y políticos se imbrica con los intereses del rector en turno. La comunidad, los estudiantes, la educación… Bueno, eso no importa.
Acaso la autonomía universitaria sea una ficción. Lo cierto es que hoy más que nunca es necesario enaltecerla. Es el último castillo y debe defenderse para evitar el regreso al autoritarismo, al manejo de las finanzas destinadas a la educación con otros fines, como ya ocurre por ejemplo en las áreas de cultura de otras instituciones que languidecen en la inopia y la mediocridad.